domingo, 12 de febrero de 2012

LOS OLEODUCTOS, EN ORIENTE.

Los oleoductos en oriente tienen que estar sobre la tierra y montados en bases en forma de H, y cuando hay cruces de vías, que hay que enterrar la tubería, hay que protegerla contra la corrosión y generalmente se usa protección catodica, que hace que la tubería no se corroa. existe la experiencia de hace unos 50 anos, las tuberías que iban a puerto la cruz estaban enterradas, y se descubrió una cantidad de corrosión, por eso uds verán algunas tuberías con recubrimiento anticorrosivo montadas sobre bases H, y no están enterradas mas.
No tengo la menor idea de esta tubería del campo Furrial, de san joaquin, pues si hay una fuga, deben tener sensores que avisan inmediatamente, o mas aun, automaticamente paran el bombeo por la tubería, debe haber sucedido que eso no estaba funcionando y las bombas continuaron bombeando petroleo, pues dicen que se derramaron seiscientos mil barriles, que seguramente llegaran al atlántico y a las costas de trinidad y ojala no tengamos demandas por este acontecimiento.
No he visto ninguna información oficial de pdvsa donde digan que paso y que están haciendo para parar el petroleo que no llegue al mar por el rio san juan, que desemboca en el mar, cerca de trinidad. Es absolutamente indispensable que se pare el petroleo que va flotando en el agua antes de que llegue a la desembocadura del río san juan, lo han debido parar antes de que llegara al río san juan, pero parece que no hay equipos ni experticia para realizar esta labor, y ademas ya es tarde, ya llego al río san juan. Necesitamos que Pdvsa informe a todos, sobre todo a la gente que vive en la zona de maturin y sus alrededores, pues están muy afectados.

LLEGAR A VIEJO,,,,AUTOR DESCONOCIDO

Como ya estoy viejo, nadie me para bolas. Eso es normal en Venezuela.
Hace más de 40 años un amigo que tenía unos 70 años, llamado Vicente
Arellano Moreno, me dijo mientras libábamos unas cervezas en un bar de
la esquina del Chorro, “Cuando uno llega a viejo ni los hijos lo
quieren”. En esa oportunidad contaba con 21 años y no le paré bolas a
esas palabras, porque era un carajito. Hoy veo que es verdad. Pero la
vida hay que vivirla, solo o acompañado".

Ahora mato mi tiempo entre Internet y la lectura, que es uno de los
pocos placeres que nos quedan, es quizás el único que perdura en el
tiempo a pesar de que tus capacidades estén deterioradas. Ustedes
dirán, ya éste está decrépito y va a empezar a hablar pendejadas. El
que quiera leer estas palabritas que lo haga y el que no quiera
también y le doy las GRACIAS.

Estuve leyendo dos libros mucho más viejos que yo, uno titulado El
Capitán Tricofero, de Pedro María Morantes, conocido bajo el seudónimo
de Pío Gil, y el otro llamado Memorias de un venezolano de la
decadencia, de José Rafael Pocaterra. El primero enemigo acérrimo de
Cipriano Castro y el otro de Juan Vicente Gómez, quienes gobernaron
entre los dos, treinta y cinco años. Eran compadres, así como
Chacumbele y Baduel o viceversa, como ustedes quieran.

En el de Pío Gil (1904) encontré un párrafo que decía: “El mérito en
Venezuela no vale nada, De nada sirve quemarse las pestañas estudiando
medicina, matemática o cualquier otra ciencia, lo importante es saber
adular”.

En el de Pocaterra encontré: “el pecado de Venezuela con Castro y
Gómez, excluyendo escasas actitudes individuales, es un pecado
colectivo, general, habitual. La tramoya de la farsa castrista sacó al
tablao la peor clase de pícaros…. Las cosas fueron perdiendo su
contorno… las palabras se barnizaron…. entre tufos de rebaño, el
pueblo navegó hacia lo desconocido, comenzó a embrutecerse y a
considerar normal lo anormal”. El pueblo, agregaba Pocaterra: “se
olvidaba de su condición. Hacía chistes, burlábase de su propia
miseria con ese triste cinismo de los que vienen a menos sin energías
vigilantes, ni protestas ni remordimientos”. Pocaterra hablaba con
desprecio por quienes preguntaban por el “que se me da a mí”, de la
misma manera que hoy despreciamos a quienes solo piensan en el “cuanto
hay pá eso”.

Desde que Pocaterra describió nuestra tragedia bajo Castro y Gómez han
pasado cien años, y casi nada ha cambiado en el país. Las actitudes
dignas siguen siendo eminentemente individuales, Estos ciudadanos
representan un grupo de venezolanos dignos, valientes, dispuestos a
todo para conservar su decencia. ¿Cuántos son? No lo sabemos, pero no
creo quelleguen a constituir el 10 por ciento de la población, es
decir, menos de tres millones de venezolanos. Un contingente
respetable pero insuficiente para darle un vuelco radical a la
situación de desesperanza en la cual se encuentra el país, sobre todo
porque no actúan de manera concertada.

Del otro lado de la talanquera se encuentran los venezolanos que han
decidido apoyar activamente al dictador, unos, la gran mayoría, por
interés material, para aprovechar su oportunidad de ”comer completo”
de los bienes nacionales, mientras que otros lo hacen porque anidan un
profundo resentimiento, ya sea por su fracaso político, profesional o
social o por haberse sentido excluidos en el pasado. Todos los
conocemos: Rangel, Cabello, Chacón, Maduro, Flores, Vivas, Nobrega,
Merentes, Aristóbulo, nombres que pasarán a nuestra historia como
cómplices y aprovechadores de una dictadura del siglo XIX en pleno
siglo XXI.

Este grupo está viviendo su momento de poder, venganza y total
impunidad. Tiene acceso a lujos que les parecían inconcebibles años
atrás. Lo que podría haber sido un sueño en el plano de la justicia
social, ese de un ex-chofer de autobús cenando en el Tour D’Argent o
de un ex-cantinero militar (Chacumbele) viajando en un Airbus privado,
apenas constituyen hoy indicaciones del nivel de ineptitud y
corrupción existente en el régimen. Este grupo de cómplices activos de
la dictadura pudiera representar otro 10 por cientode la población,
casi tres millones de venezolanos que tienen acceso a las arcas
nacionales y se han repartido muchos miles de millones de dólares.

Hay un tercer grupo de venezolanos que dicen ser servidores del estado
o de la nación, o profesionales u hombres y mujeres de negocios que
dicen ser políticamente asépticos pero quienes tienen agendas
eminentemente personales. Este es un grupo pequeño pero muy
influyente. Están bien con todos los gobiernos, democráticos o
dictatoriales, sirven para permanecer en la riqueza y en primera fila
de importancia social. No creo que lleguen a los 200.000. Son los
Chaderton, Alvarez, Gustavo Márquez o Toro Hardy. Los banqueros, los
contratistas, los empresarios, el alto mando militar, los
“ïntelectuales” del dictador.

Este grupo es quizás el más culpable de todos porque tienen la
educación y los recursos necesarios para no tener que venderse, pero
lo hacen porque quieren más dinero, más poder, “prestigio” social, una
vida más muelle. Pocaterra hablaba de esta calaña de gente como
“contemplativos”. Estaban en su “torre de marfil” hasta que llegaba la
hora de la piñata y, en ese momento, se lanzaban entre el estiércol
como camellos. Son el uno o el dos por ciento de la población, pero
chupan la sangre de la nación como millones de sanguijuelas.

Y luego tenemos el grueso de la población, el 88 por ciento restante,
dividida a su vez, entre (1), quienes no comulgan con la dictadura,
(2), quienes piensan que están agarrando los mangos bajitos mientras
esto dure y (3), quienes dicen que nos les gustan ni los unos ni los
otros sino todo lo contrario.

El primer grupo representa a la oposición. Este grupo se opone pero no
va a sacrificar su situación personal por oponerse. Puede votar en
contra y marchar pero no va a poner la carne en el asador. Siempre
podrá esperar a ver que pasa, siempre pensará que, mientras no le
toque a él, la cosa no está tan mala. Este grupo representa un tercio
del grueso de la población e incluye mucha clase media, una parte de
los pobres y una parte de los ricos.


El segundo grupo está con Chávez porque les ha dado cariño, los ha
exaltado mientras insultaba al grupo de arriba. Se sienten tomados en
cuenta y les gusta la comida barata o gratis, la asistencia médica en
los barrios y graduarse de bachilleres y de universidad en poco tiempo
y sin mayores exigencias. Bastante de este sentimiento es genuino y no
es reprochable.

Sin embargo, sus miembros no se dan cuenta de que su sentimiento de
bienestar es obtenido a expensas del desprecio del dictador por los
demás miembros de la sociedad venezolana. Y ya se empiezan a dar
cuenta de que recibir un pescado diario no es tan bueno como si lo
enseñaran a pescar. Este grupo representa otro 33 por ciento de la
población.

Luego tenemos a la otra tercera parte de la población, esa que dice
que no quiere volver al pasado pero que tampoco les gusta el presente.
El problema con ese grupo es que no van más allá de rechazar lo
existente o lo que ha existido, pero no proponen hacer algo nuevo. ¿Y
entonces? ¿Cómo puede tan nutrido grupo ser válido sin presentar una
alternativa? La Venezuela de hoy exige una definición. A la hora de la
verdad todo ser humano debe asumir su responsabilidad.


Frente a las dictaduras nuestro pueblo parece estar siempre disperso,
debilitado. Los ciudadanos pasivos no cuentan contra la dictadura. La
libertad parece importarles poco como concepto colectivo. Les interesa
más el concepto de libertad individual, su libertad. La entienden como
un privilegio de cada quien, pero no como una cualidad que debe ser de
toda la sociedad. Siempre parecen encontrar una buena razón para
minimizar la tragedia que representa la pérdida de libertad del
vecino. No se dan cuenta de que no hay diferencia entre los vecinos y
ellos mismos. La historia muestra que mañana vendrán por ellos.

Pocaterra no se hubiese sorprendido de estas actitudes. Hubiera visto
como los hombres de uniforme se encuentran hoy mayormente corrompidos.
No hay excusa posible para que esos venezolanos acepten pasivamente la
humillación a la cual son sometidos por un paracaidista inculto. Los
civiles asisten pasivamente a la sistemática destrucción del país.

Debemos saludar a quienes no aceptan este estado de cosas, a quienes
luchan por salir de esta pesadilla. Sobre estos venezolanos de
excepción también habló Pocaterra: “remueven rocas, cegan pantanos, de
su trabajo solo quedará el agotamiento final, para morir sin cruz de
palo marcando el sitio….

Es más dulce echar siestas, con manos cuidadas y espíritu acicalado,
firmar papeles sin importancia, embriagarse…. Y agregaba…. “quedamos
[estos venezolanos dignos] para pasear una tristeza orgullosa de
hidalgos pobres en las ciudades del viejo mundo, traduciendo de otras
lenguas para vivir….”. Mientras tanto, viven de lo mejor en Venezuela
“los cocodrilos con charreteras” (los “boliburgueses”).


Ha pasado un siglo y todo permanece igual. Encontraremos algún día el
camino de la grandeza? Recuerden que permanecer indiferentes o
neutrales ante una situación tan difícil como la que vivimos es más
que una cobardía, es UNA TRAICIÓN, a nuestros hijos, nietos, padres,
etc.